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Sábado, 15 Julio 2017 17:42

Caja de Ahorros de Neiva

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Tal parece que la actividad bancaria en lo que será el Departamento del Huila tuvo su inicio hacia 1849 con la Caja de Ahorros de Neiva, entidad que hasta el año de 1863 alcanzó el mayor esplendor al contar con $70.000.00 en fondos por depósito. A partir de allí, y con motivo de la partida de su fundador, doctor Salvador María Álvarez, el establecimiento empezó a decaer y a perder crédito por la indiferencia de los nuevos administradores. Las primeras cajas de ahorro habrían surgido en el país hacia 1840. Nunca tuvieron un gran impacto en el sistema, ya que funcionaban más como pequeños fondos de ahorro que como verdaderas instituciones financieras con ánimo de lucro.

Figura 18. Anuncio noticioso Caja de Ahorros

Fuente: Gaceta del Tolima, junio de 1878.

Las Cajas de Ahorro de Neiva y otras que se pudiesen organizar en los distritos del Estado del Tolima, conforme a la Ley 13 de marzo de 1877, estaban bajo la protección e inspección de la administración pública. La Caja se catalogaba como un Instituto (Instituto de Caja de Ahorros). La administración estaba a cargo de una Junta compuesta de 5 administradores, nombrados cada dos años por la Asamblea de Depositantes, reunida el primer domingo del mes de diciembre. La Junta se distribuía los cargos de Director, quien presidía la Junta, dos Vice-directores, un Secretario y un Vice-secretario. Se nombraba así mismo a un Tesorero que contaba con remuneración, puesto que los servicios que prestaban los Administradores eran voluntarios y gratuitos. Como era la usanza, la dirección se rotaba entre los administradores en periodos de 4 a 6 meses.

Era lícito depositar cualquier cantidad de dinero en la Caja de Ahorro, siempre y cuando su valor no bajara de 20 centavos y fuera en moneda legal y corriente. El depositante recibía una libreta firmada por el Director de la Junta, el Secretario y el Tesorero. Los depósitos, realizados en la Tesorería del Instituto, ganaban interés desde el día primero al mes siguiente de su consignación, desde un peso para arriba y siempre por pesos completos. Tenían los depositantes, igualmente, el derecho de percibir o capitalizar al fin de cada semestre los intereses devengados conforme al dividendo respectivo.

El dinero a préstamo se colocaba, cuando menos, con el respaldo de dos fiadores, sin poder adeudar alguien más de mil pesos, ni por un plazo que pasara de un año. Generalmente se prestaba a seis meses y se realizaba el cobro anticipado de los intereses que causaba el semestre. No existía una tasa fija para las operaciones de crédito. La Junta de Administradores la fijaba en razón de las condiciones eventuales del mercado y del cúmulo de fondos existentes. En caso de requerirlo, las Cajas podrían emitir, previa autorización del Poder Ejecutivo, obligándose a mantener en caja en numerario un valor igual a la mitad por lo menos del valor nominal de los billetes emitidos.

A mediados de 1884, las sumas adeudadas a la Caja ascendían a $5.00320, correspondiendo al señor José María Cuellar, en calidad de Presidente de dicho órgano, recaudar los saldos insolutos. Hacia 1886, el prefecto de la Provincia de Neiva, señor Federico Villoria, en uso de sus facultades, nombró Administradores de la Caja de Ahorros de Neiva. En las consideraciones anotadas para tal acto, se resalta la importancia de los servicios que esta entidad prestó en otros tiempos, especialmente a las clases menesterosas, y a su vez, el estado de desorganización por la que atravesaba dicha institución. Fueron designados para el periodo que inicia el 1° de enero de 1887, entre otros, Celso Noé Quintero, Manuel Santos N, Manuel S. García, Toribio Rivera e Isidro SantaColoma.

También participaron como Tesoreros o Gerentes de la Caja de Ahorros de Neiva los señores José de Jesús Pinzón en el año de 1877, Pedro Martínez, natural de Garzón, y José María Pérez. El señor Toribio Rivera se desempeñó como síndico de la Casa de Beneficencia y Caridad de Neiva hacia 1891.

Era una práctica común realizar la debida hipoteca de un bien dentro de la misma escritura en que se registraba el préstamo. Así mismo, se advierte la exigencia de fiador. El patrón plata predominaba por entonces, por lo que se requería el importe de la deuda en monedas de plata o de fácil aceptación. Trátese de créditos personales o institucionales, el interés no excedía el 1 ½ por ciento, pagadero mes o semestre anticipado. En caso de mora, se cobraba el mismo valor pactado para el interés corriente. El plazo de la deuda variaba entre 6 meses y un año. No obstante, se evidencian casos en los que algunos créditos se concedieron hasta con 4 años de plazo.


Negocios familias y comerciantes de Neiva.

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